"La ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, con su evidente reivindicación de la libertad sexual, generó indignación entre los principales referentes de la derecha mundial. Una polémica similar se desencadenó en torno a la boxeadora argelina Imane Khelif. En todo este clima sobrevuela una pregunta muy legítima: ¿Quién es normal? ¿El que vive su vida como le parece y no le hace mal a nadie, o el que no lo tolera?" comienza escribiendo Ernesto Tenembaum en su columan en INFOBAE.
Y entre otros conceptos aporta el periodista de Radio Con Vos:
"En esas horas miles y miles de personas derramaban una furia similar en las redes. El motivo de la irritación había sido la apertura de los Juegos Olímpicos. Esa ceremonia incluyó una muy evidente reivindicación de la libertad sexual y de la integración racial. La Marsellesa, por ejemplo, fue entonada por una mujer negra. Mujeres trans, bailarines que usaban polleras, un trío de jóvenes que se besaban y se metían en una pieza juntos, después de cerrar la puerta para que la cámara no pudiera tomar lo que hacían, hombres que caminaban de la mano, drag Queens fueron ingredientes repetidos, aunque no excluyentes, en esa muestra."
"La indignación se dirigía particularmente contra un cuadro artístico en el que, detrás de una larga mesa blanca, los coreógrafos ubicaron a una veintena de personajes de aspecto circense, algunos de identidad sexual indefinida: a primera vista no se podía definir si eran hombres, o si eran mujeres. Algunos parecían clowns o arlequines. En el centro de esa mesa había una mujer redonda, escotada, y frente a ella un aparato de esos que usan los disc jockey para pasar música."
Y opina: "No era para nada concluyente que el cuadro de los juegos olímpicos fuera una referencia a La Última Cena. Tenía una disposición similar. Pero hay muchos cuadros donde gente come alrededor de una mesa. De hecho, el director de la muestra dijo que su inspiración no era esa, sino otro retrato de una fiesta dionisíaca, donde participaban dioses griegos a los que se podía relacionar más directamente con los Juegos Olímpicos. Luego, tampoco estaba claro que los personajes de la escena fueran gays o transexuales. Cualquier que los mire en detalle descubrirá que no es tan sencillo descubrir su inclinación sexual en eso que se ve. En todo caso, cada uno proyectará sus fantasías."
"Agustín Laje (asesor del presidente Milei) confirmó horas después que la intuición de Baratta había sido correcta: el problema eran los gays. Laje se refirió a un tuit de Emmanuel Macron que decía: “Liberté, Egalité, Fraternité…Fierté”. Entonces escribió: “Les traduzco a la basura humana (sic) de Macron. Libertad, Igualdad, Fraternidad, Orgullo. En otras palabras, nos explica la horrorosa (sic) apertura de sus Juegos Olímpicos como un paso más de la revolución. A la divisa de 1789 se le agrega en 2024 el lema LGBT. ¿Pero no será mucho comparar la más determinante revolución política moderna, con hombres que creen que por disfrazarse de mujer se convierten en mujeres (sic)? ¿No será demasiado comparar al Tercer Estado, dispuesto a voltear al antiguo régimen, con degenerados desesperados por voltearse a menores de edad (sic)?”."
"Es decir, a Laje le molestaba la presencia gay en los Juegos y definía a los bailarines como “degenerados desesperados por voltearse a menores de edad”. Rarísimo: ¿Por qué este hombre habrá visto a “degenerados desesperados por voltearse menores de edad” donde solo había bailarines?" se pregunta el periodista sobre las proyecciones que hicieron sobre la ceremonia de apertura de los juegos.
Y suma además: "En esos mismos días, Marcos Galperín, otro de los integrantes del elenco oficialista, además del hombre más rico del país, se sumaba al rechazo contra los gays -y en este caso, por si fuera poco, también contra los negros. Galperín retuiteó un flyer que hacía referencia a la manera en que cambian los nombres y los símbolos de las empresas. Allí se ve cómo se modificaron los logos de empresas como Federal Express, Target o Microsoft. Al final aparecía el símbolo de la hoz y el martillo que transmutaban en la bandera del arco iris, del movimiento de defensa de los derechos gays, y también el símbolo del movimiento Black Lives Matter."
Y como último eslabón suma lo ocurrido en las olimpíadas con una boxeadora argelina: "La saga se coronó el jueves luego de que una boxeadora argelina, Imane Khelif, volteó en 45 segundos a la italiana Angelina Carini. Las imágenes eran terribles. Rápidamente se montó una campaña internacional para instalar que la argelina no era una mujer sino un hombre, un travesti, una mujer trans. Era falso, como se verá unos párrafos más adelante. Pero esa versión de los hechos desató una fiesta de homofobia. Personas muy importantes de todo el mundo calificaron rápidamente a la joven Khelif como un hombre, un macho, un depravado, un desquiciado, un degenerado, un delincuente. ¡Y era una mujer!"
Y para sumar pruebas sobre el coro de trolls en redes sociales avalando el disparate suma: "En el elenco libertario hacían cola para escribir cualquier cosa.
Nicolás Marquez, biógrafo del Presidente, escribió: “LA TRAMPA DEL DEGENERADO. Desconsuelo de una mujer reventada a trompadas por un pervertido y un tramposo, que al ‘autopercibirse’ mujer participa del deporte femenino”. Agustín Laje agregó: “¿Dónde están las feministas? Los juegos olímpicos woke pusieron a pelear a una mujer de verdad con una mujer de mentira (un desquiciado que se autopercibe mujer). Desde luego, la realidad se impuso a la ideología, y la mujer fue arrollada. Insisto, ¿dónde están las feministas?”.
Fernando Iglesias, que se definía como un discípulo de Juan José Sebreli, uno de los precursores de la lucha por los derechos de la comunidad gay, se sumó: “Esto también es violencia de género. Las consecuencia final del feminismo woke es que las mujeres no van a poder competir”. ¡Pero justamente! ¡Habían competido dos mujeres!
Ramiro Castiñeira, integrante del consejo consultor del presidente, argumentó: “La ideología de género y el feminismo hicieron que sea deporte olímpico y no un delito que un hombre le pegue a una mujer…Venden entradas, gaseosas y palomitas para ver como un delincuente le revienta la cara a una mujer”. Florencia Arietto, siempre dispuesta, remató: “Hola Feministas! Esto lograron, que quedemos de rodillas frente al macho. Bravo!!!”.
Javier Milei reposteó la noticia difundida por una de sus cuentas anónimas preferidas llamada Pregonero. “A ver boluprogres. Vengan a explicar esto…”. Días atrás, en medio del fraude perpetrado por el dictador Nicolás Maduro, Pregonero había posteado una foto del golpe de Estado en el que Augusto Pinochet derrocó a Salvador Allende. “Así se saca a un comunista del poder”. O sea, el tuitero citado por el Presidente, proponía reemplazar a Maduro por alguien parecido a Pinochet.
El periodista Bruno Bimbi, autor de un magnífico libro llamado El Fin del Placard, le aclaró al Presidente.
“La boxeadora Imane Khalif no es una mujer trans. Repito: no es trans. Es una mujer que sufre de hiperandrogenismo, una condición de salud que muchas mujeres padecen, por diferentes razones, por la cual tienen elevados niveles de testosterona. Si hubiese competido con una mujer trans también estaría en ventaja porque las mujeres trans realizan tratamientos hormonales que reducen sus niveles de testosterona, con todas las consecuencias que eso tiene en sus condiciones físicas. Además, por cierto, Imane Khelif es una atleta argelina que representa a su país en los juegos. Argelia es un país árabe donde el 98 por ciento de las personas son musulmanas, no existe ley de identidad de género, los homosexuales van a la cárcel y el movimiento LGBT está prohibido. Si Imane fuera trans, no estaría representando a su país como mujer porque jamás se lo hubieran permitido”."
Y finaliza diciendo: "Pero parece que no son tiempos de preguntas. Son tiempos de insultos, de prejuicios, de extraños cruzados morales que se creen con derecho a cualquier cosa. Ya pasará."
Artículo completo: https://www.infobae.com/opinion/2024/08/04/el-orgulloso-regreso-del-odio-contra-los-gays/