El Gobierno Nacional anunció este lunes el cierre del Museo Nacional de la Historia del Traje, ubicado desde 1972 en Chile 832, y destinado a poner de relieve la moda y la vestimenta argentina y latinoamericana en su contexto social, cultural y político. Depende de la Secretaría de Cultura, a cargo de Leonardo Cifelli, y de la subsecretaria de Patrimonio Cultural, Liliana Barela. En un reordenamiento de la cartera de Cultura publicada en el Boletín Oficial, el organismo ya no aparece y fue derogada la función ejecutiva de la directora, Victoria Salías.
Para justificar la medida, desde el Gobierno comunicaron que, en 2023, habían visitado el Museo Nacional de la Historia del Traje poco más de 46 personas por día y que el gasto en personal que alcanzaría los 270 millones de pesos por año (cifra cercana a 200 mil dólares)
Recientemente en ese espacio cultural se inauguró una muestra sobre sastrería, tiene a su directora concursada el año pasado y con cargo por 3 años que es docente y curadora. Su nombre es Victoria Salías, que seguirá trabajando en la Secretaría de Cultura. “No tuve comunicación oficial, y hasta entonces seguiré en funciones”, dijo a LA NACION. Este martes le pedirá una reunión con el secretario de Cultura Leo Cifelli.
Si bien desde la cartera descartan despidos, luego de los más de 200 notificados via mail el viernes pasado, en el Museo sienten que el futuro es difuso y desalentador.
En 1972, el Museo Nacional de la Historia del traje era una “extensión” del Museo Histórico Nacional. Se convirtió en un organismo propio en 1986.
Desde la Secretaría de Cultura anticiparon que el edificio dejará de funcionar como "Museo del Traje" por problemas edilicios y de accesibilidad. Lo que se proyecta es que luego de obras en el edificio se inauguraría un centro cultural de artes independientes.
Sus talleres y acervo serían protegidos y y luego mudados a muestras permanentes de mayor visibilidad, mencionan desde la cartera de Cultura de la Nación. El museo que cumplió 52 años dejará de existir y la polémica razón son las escasas visitas que recibe, un argumento particular dado que tampoco se hace la suficiente promoción del lugar dentro del itinerario de museos ni participan activamente las cátedras de diseño de las distintas universidades del país que podrían darle vitalidad y diálogo con el presente a ese espacio público.